El último sermón del Dr. R.C. Sproul: Una salvación tan grande

Transcripción

“Por tanto, debemos prestar mucha atención a lo que hemos oído, no sea que nos desviemos. Porque si la palabra hablada por medio de ángeles resultó ser inmutable, y toda transgresión y desobediencia recibió una justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? La cual, después que fue anunciada primeramente por medio del señor nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, tanto por señales como por prodigios, y por diversos milagros y por dones del Espíritu Santo según su propia voluntad.”

A lo que el autor de Hebreos se está refiriendo aquí es al matrimonio perfecto entre la doctrina y la práctica. Si creemos en las cosas que él ha declarado en el primer capítulo, entonces eso tiene implicaciones radicales sobre cómo vivimos nuestras vidas. Y empieza a mostrar eso ahora al decir: “Por tanto, debemos prestar mucha mayor atención.” Hay un pequeño problema gramatical en las palabras de es traducción en particular. La tensión de estas palabras se debe a que no hay seguridad, gramaticalmente, si el autor está usando un comparativo o un superlativo.

Y entonces, preferiría que simplemente dijera que, por tanto, debemos prestar la mayor atención posible a lo que hemos escuchado, no sea que nos desviemos.

Piensa en esa imagen de desvío. Hay algunas personas que van a pescar en botes y no hacen uso del ancla, solo dejan que el bote se mueva con la corriente. Simplemente van a la deriva. Y a donde terminan es de alguna manera problemático. La escritura usa esta clase de lenguaje figurativo en otras partes cuando habla del “ancla para nuestra alma”, que es la esperanza que tenemos en Cristo. Y aquí dice negativamente: “No vayan a la deriva lejos de lo que han escuchado aquí.”

De nuevo, él está hablando acerca de esta maravillosa comparación que él ha hecho acerca de la superioridad de Jesús sobre los ángeles y sobre todas las cosas creadas. Ya lo oíste. No te alejes a la deriva, sino que presta la mayor atención posible a esto. “Porque si la palabra hablada por medio de ángeles”, se refiere otra vez al Antiguo Testamento y la idea insinuada en Deuteronomio 33, de la ley mediada por los ángeles.

Cuando Moisés recibió la ley de Dios, hubo miríadas de miríadas de ángeles que estuvieron presentes en esa ocasión. Entonces él dice: “si la palabra hablada por medio de ángeles resultó ser inmutable, y toda transgresión y desobediencia recibió una justa retribución.” Otra vez, la comparación continúa. Si la ley que vino por los ángeles fue ignorada por gente en el Antiguo Testamento y recibió una justa retribución, un castigo, ¿cuánto más responsables somos nosotros con lo que nos ha llegado directamente de Cristo?

Ahora, amados, el tema central de este capítulo, o al menos de esta parte del capítulo, es el tema del escape. Cuando piensas en escapar, piensas en algún tipo de liberación de una situación de vida calamitosa y amenazante: escapar de un secuestrador, o soldados siendo rodeados en una batalla y encuentran un medio seguro de retirarse. Eso es un escape.

Pero la idea más común con la que asociamos el escape es el encarcelamiento. No solo de una simple cárcel sino de aquellas prisiones imposibles de escapar, como la condición antigua de Alcatraz en Estados Unidos, o La Isla del Diablo, y (tal vez) la más terrible de todas las prisiones de Francia, el Chateau d’If.

¿Se acuerdan de la historia? Es mi segunda novela favorita, de Edmond Dantes, quien fue falsamente acusado de un crimen e injustamente condenado por ese crimen y luego enviado de inmediato a la prisión más temida, el Chaetau d’If.

Y allí sufrió por años en con confinamiento solitario. Hasta que, un día, conoció a un compañero de prisión que era un anciano sacerdote que había estado allí durante décadas y había pasado tanto tiempo tratando de cavar un túnel, un posible escape, pero no hizo bien los cálculos y terminó simplemente entrando a la celda de Dantes.

Así que, al menos, los dos se conocieron y fueron compañeros y el sacerdote anciano se convirtió en el consejero de Dantes. Le enseñó todas las cosas sobre ciencia, filosofía y teología y también le contó sobre este mapa que lleva hacia un vasto tesoro que estaba escondido bajo las aguas del mar.

Y luego el viejo sacerdote murió y a través de una serie extraordinaria de circunstancias, la muerte del sacerdote llevó al posible escape de Edmond Dantes del Chateau d’If. Donde al fin encontró el gran tesoro que financió todo el resto de su vida con su nom de plume (seudónimo), El Conde de Montecristo. Qué historia de escape es esa.

Pero a pesar de lo terrible y temibles que fueron las circunstancias en el Chateau d’If, existe aún un punto de cautiverio mayor y más terrible de lo que cualquier ser humano podría imaginar. Y el autor aquí se refiere a escapar de eso. Y él hace la pregunta: “¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande?”

Amados, esta es una pregunta retórica. Y la respuesta a esta pregunta es simple. ¿Cómo escaparemos si descuidamos una salvación tan grande? La respuesta es: no podemos. Tal vez de Alcatraz se pueden escapar o de la Isla del Diablo o aún del Chateau d’If, pero la única prisión de la que nadie escapa es el infierno. No hay ruta de escape. No puedes hacer un túnel. No puedes escalar. No puedes sobornar la guardia. La sentencia no puede disminuirse.

Así que el autor de Hebreos está diciendo: “¿Te das cuenta de lo que has oído? Que hemos oído de la palabra de Dios mismo acerca de una gran salvación.” Usamos esa palabra todo el tiempo en la iglesia. ¿Qué significa eso? Saben, cuando alguien me dice: “¿Eres salvo?” la primera pregunta que quiero hacer es: “¿Salvado de qué?”

La idea de salvación sugiere la idea de algún tipo de escape o liberación de una circunstancia grave y el verbo sozomai, allí en el Nuevo Testamento se usa en una variedad de formas. Si te salvan de una enfermedad amenazante, como le pasó a la gente en el Nuevo Testamento al tocar a Jesús, Jesús podría comentar: “Su fe los ha salvado.” Él no está refiriéndose a la salvación eterna, él está hablando de su rescate de la terrible enfermedad.

En el Antiguo Testamento vemos que el pueblo de Israel iba a la batalla y Dios intervenía a su favor y salvaba a su pueblo. Él los salvaba de la derrota militar. Ese fue un rescate de un peligro claro y presente.

Así que, este verbo salvar se usa en todo tipo de tiempos y en toda clase de (tiempos y toda clase de) formas y prácticamente en todos los tiempos verbales del griego. Había un sentido en el cual fuiste salvo, estabas siendo salvado, has sido salvado, eres salvo, estás siendo salvado y serás salvado. La salvación toma todos estos tiempos distintos del verbo.

Pero hay salvación en el sentido general que tiene sus múltiples aplicaciones. Pero cuando la Biblia se refiere a la salvación en el sentido supremo, se trata del escape final de la condición humana más grave. ¿Qué significa ser salvo? Significa tal como las Escrituras nos dicen: ser rescatados de la ira que está por venir.

La ira de Dios, como se nos dice en Romanos, se revela al mundo entero. Pero estamos tranquilos en Sión. No le tememos a su ira porque se nos ha dicho una y otra vez y otra vez, que Dios no está enojado. Que Dios no está enojado. No necesitamos preocuparnos por Dios.

Dios va a salvar a todos. Todo lo que necesitas hacer es morir para entrar al cielo. Y todo lo que necesitas hacer para entrar al infierno es morir. Y desearía que todos los que muriesen fueran al cielo, pero la Biblia deja muy en claro que ese no es el caso y allá espera un juicio. Y la mayor calamidad que cualquiera pudiera imaginarse es ser sentenciado al infierno. El Chateau d’If es un hotel de 5 estrellas comparado al infierno.

Y entonces, ahora que el autor plantea esta pregunta, ¿Cómo escaparemos? Si descuidan esa salvación, amados, no hay escapatoria. La pregunta es: ¿a quién está hablando el autor de Hebreos? Él no dice: “¿Cómo escaparán si descuidan una salvación tan grande?”

No está hablando del pagano corriente que pasa por la vida, quien no solo descuida el evangelio de la salvación, sino que está completamente desinteresado y puede ser hostil a ello.

Y tenemos multitudes de personas que viven en este país y en todo el mundo que desprecian el evangelio. Ellos no solo lo descuidan. Pero el autor de Hebreos no está hablando de esas personas. Él usa la palabra: ‘nosotros’. Esos somos nosotros. ¿Cómo escaparemos si descuidamos una salvación tan grande? Y otra vez, la respuesta a la pregunta retórica es que no podemos. Y no lo haremos.

¿Sabían que en el (introito) el antifonal de esta mañana las jóvenes del coro cantaron? ¿Prestaron atención a las palabras que escucharon? Déjenme refrescar sus memorias acerca de esas palabras. Escucha lo que dice:

“Oh Dios, tú eres mi Dios; te buscaré con afán. Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela cual tierra seca y árida donde no hay agua. Déjame verte en tu santuario y te alabaré. Y estaré satisfecho mientras viva”.

Escucha estas palabras. ¿Suenan como palabras que vendrían de alguien que descuida el evangelio? ¿Qué significa ser negligente? Descuidar algo es pasarlo por alto. Tomarlo a la ligera. Ciertamente no dedicarte firmemente a ello.

Saben, alguien me hizo una pregunta hace un par de semanas. Estábamos hablando de diferentes congregaciones y le estaba diciendo cuánto amo a la congregación de St. Andrew’s Chapel, yo dije: “Es una congregación fantástica”.

Y él me dijo: “Bueno, ¿cuántas personas crees que en esa congregación son realmente cristianos?” Respondí: “No sé”. No puedo leer los corazones de las personas. Solo Dios puede hacer eso. Sé que todos los miembros de la iglesia han hecho una profesión de fe visible. Así que el 100% de nuestra gente ha profesado su fe.

Y él dijo: “¿Pero cuántos crees que realmente lo son en serio? Y respondí: No sé, 70%, 80%. Tal vez puedo estar seriamente sobre-calculando o sub-calculando eso. Pero una cosa que sí sé con certeza es que no todos en esta sala son cristianos.

¿Cómo sabes si tú eres? ¿Puedes cantar las palabras de esta canción: “Dios mío, eres mi Dios y te anhelo, todo mi ser te anhela”? ¿Cómo puedes ser cristiano y descuidar una salvación tan grande? ¿La salvación no es suficiente?

Tal vez piensas que está bien, es bueno, pero realmente no genial. ¿La descuidas? No puedo responder esa pregunta. Si la descuidas y la tratas a la ligera, probablemente significa que nunca has sido convertido. Que Dios nunca ha reavivado o despertado tu alma de la muerte espiritual.

Porque esta salvación es fantástica, es genial. Merece nuestra diligencia, nuestra búsqueda enérgica de ella. Ciertamente no su descuido. Pero creo que el autor de Hebreos tiene en mente lo que sucedió en el Antiguo Testamento, donde la gente en el Antiguo Testamento tuvo su mayor momento de salvación en el éxodo cuando eran prisioneros.

Donde fueron esclavos, donde Faraón no les dio paja por sus ladrillos y fueron brutalmente golpeados y prácticamente encarcelados por Faraón. Y ellos lloraron. Y ellos gimieron. Y ellos oraron. Y Dios escuchó los gemidos de su pueblo y envió a Moisés a Faraón y le dijo: “Deja ir a mi pueblo”. Y el caballo y el jinete fueron arrojados al mar.

Ellos salieron, la multitud de personas que huían del cautiverio. Y llegaron a Migdal y frente a ellos estaba el mar y detrás de ellos estaban los carros de Egipto. Y un viento poderoso apareció donde su camino parecía sin esperanza, no había escapatoria. Y el viento sopló y el viento secó el Mar Rojo. E Israel escapó. Pero los carros de Faraón no.

Esa fue una gran salvación. Pero tan pronto fueron rescatados de esta tiranía, empezaron a quejarse del maná que Dios les había provisto. “Oh, desearía haber vuelto a Egipto. Sí, podríamos haber sido esclavos pero tendríamos nuestro ajo y ese tipo de cosas para comer: los puerros, las cebollas y el ajo. Ellos cambiarían su libertad como alguien en el Chateau d’If que quisiera ir de regreso a la cárcel. Y el autor de Hebreos tiene en mente a lo largo de este libro, cómo el pueblo de Israel en el Antiguo Testamento descuidó su salvación.

Así que había pocos que alguna vez llegaron al paraíso. Y ahí es donde estamos ahora. Hemos oído la palabra de Dios. Es un mensaje de buenas nuevas, no solo buenas noticias, grandes noticias, no solo grandes noticias, la mejor de todas las noticias posibles: que aquellos que creen en Cristo serán salvados de la ira que está por venir. ¿Cómo puedes descuidar esto en primer lugar?

Esa no es la pregunta que el autor está haciendo aquí. Él dice: ¿cómo puedes escapar? La pregunta es: ¿cómo puedes descuidar una gran salvación? “La cual, después que fue anunciada primeramente por medio del Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, tanto por señales como por prodigios, y por diversos milagros y por dones del Espíritu Santo según su propia voluntad.”

Dios no te pidió que creyeras en su evangelio dando un salto de fe en la oscuridad y esperando que Jesús te agarre. Nicodemo vino de noche y dijo: “Maestro, sabemos que eres enviado por Dios sino no podrías hacer las obras que haces.” La teología de Nicodemo era sólida. No tratamos de probar la existencia de Dios mediante milagros.

No podría haber milagros si no entendieras primero que Dios existe. El propósito de los milagros no es probar la existencia de Dios, el propósito de los milagros de probar y dar fe de la verdad de aquellos que están declarando el evangelio.

Dios avaló a Moisés por Milagros. Él afirmó a Jesús por Milagros. Él avaló a sus apóstoles por milagros y poderes y señales maravillosas e incluso los dones espirituales que se le dio a la iglesia pristina, para mostrar una salvación tan grande. Que Dios anunció al mundo: esta es la buena noticia. Jesús lo declaró no solo a los ángeles. Y si descuidas lo que dice Jesús y descuidas lo que Dios aprueba, volvemos al tema. No hay escapatoria.

Amado, si vienes a la iglesia todos los domingos, todos los domingos de tu vida, y vas a la escuela dominical todas las semanas de tu vida, es posible que aún estés descuidando esta gran salvación.

¿Está tu corazón en eso? Eso es lo que te estoy preguntando. Y sabes, yo no puedo responder esa pregunta por ti. Tú sabes si estas descuidando tu salvación. Tú lo sabes. No tengo que decírtelo. Solo tengo que decirte cuáles son las consecuencias si continúas en esa negligencia.

Así que pido con todo mi corazón que hoy Dios nos despierte a cada uno de nosotros a la dulzura, la hermosura, la gloria del evangelio declarada por Cristo.